miércoles, 3 de julio de 2013

Alfabetización temprana: labor conjunta de escuela y familia

1. Las primeras letras
El niño, al acercarse a sus primeras letras, incorpora a su existencia conceptos y prácticas en lectoescritura, con la posibilidad de sentar las bases que le permitan un sólido acceso al conocimiento, que lo acompañará durante toda su vida.  También incorpora la relación entre letras, palabras, sonido e imágenes. Sin embargo, hay a menudo factores y situaciones que dificultan este acceso al saber, debido a preconceptos que, firmes en un gran sector de la sociedad, impiden o al menos retrasan esta posibilidad.



Uno de los principales, y clave por su influencia en los demás, se refiere un preconcepto sobre el conocimiento en el niño, y en especial en el de la lectura. Este acceso se presenta a menudo como si estuviera en compartimentos estancos: familia e institución educativa, en distintos niveles de responsabilidad.

De esta forma, la familia presenta al niño, cuando lo hace, lecturas que están disociadas de las que recibe en la escuela, y el proceso del conocimiento se hace así más difícil, complicando el acceso al saber.

Otro factor negativo es el desconocimiento sobre el momento en que el niño debe comenzar a relacionarse con la lectura.
En este caso, a menudo se espera a que concurra a la escuela, y si lo hace en jardín de infantes allí recibe algún concepto básico que lo acerca al acto de leer.
Con esta segunda situación se espera a que el niño comience su integración al ciclo educativo para que recién allí comience el proceso alfabetizador, retrasando la etapa de acceso a la lectoescritura y con ella su acceso a los distintos niveles del proceso del conocimiento.

2. Hacia un aprendizaje oportuno y positivo
Esta situación debe ser revertida, y a ello tienden las ideas y propuestas que aquí se presentan.
La alfabetización temprana comienza el primer día de vida del niño y tiene un período de extensión hacta aproximadamente los ocho años de edad.
Es responsabilidad de la familia del niño trabajar juntamente con la escuela, en una acción integradora, que permita completar este ciclo de la mejor manera posible en la etapa de edad prevista.
 

3. La lectoescritura, cimiento del saber
El trabajo conjunto entre familia y establecimiento educativo permitirá alcanzar un basamento sólido en lectoescritura, con lo que el niño estará en condiciones de integrarse a los niveles que sigan en su proceso educativo.

No hay que esperar hasta el ingreso a jardín de infantes para que la mente infantil se relacione con la palabra. Cuanto antes comience este proceso, mayor será la integración mencionada.
La sociedad actual vive a un ritmo vertiginoso, en el que las prioridades educativas quedan a menudo relegadas. Empero, emprender la labor conjunta entre familia y escuela para iniciar al niño en la lectura es un esfuerzo que vale la pena, pues permitirá que el alumno, con los años, emprenda nuevos proyectos de estudio que posibilitarán para él y su familia una vida mejor, repitiendo este proceso con sus hijos al verificar sus positivos resultados. Alberto Auné

Fuente: Portal Educar.org

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